ÉLDER BOYD K. PACKER
Discurso pronunciado en una charla para doce estacas Universidad Brigham Young (5 de marzo de 1978)
Lo que diré en esta presentación será serio y solemne. No hablaré a todos, así que pido la indulgencia de los "noventa y nueve" mientras hablo con "la otra oveja". Os pido a vosotros, los noventa y nueve, que os sentéis silenciosamente, si lo deseáis, reverentemente si podéis, y que generosamente ayudéis a crear un ambiente en el que podamos comunicarnos con aquel que tan desesperadamente necesita la ayuda que presentaré. Después de todo, la cooperación de vosotros los noventa y nueve puede ser de provecho propio, ya que puede llegar un momento en los años venideros en que podríais usar algo de ío que digo para ayudar a otra persona, quizá alguien muy cercano a vosotros.
Me invade el temor de que cualquier presentación del tema que trataré pueda ser falto de delicadeza o de recato. Me siento quizá como se sintió Jacob, el Profeta del Libro de Mormón, cuando comenzó un sermón con estas palabras:
. . .me apena tener que hablaros tan osadamente delante de vuestras esposas e hijos, muchos de los cuales son de sentimientos sumamente tiernos, castos y delicados ante Dios, cosa que agrada a Dios. . .
Mas a pesar de la magnitud de la tarea, debo obrar según el estricto mandamiento de Dios, y hablaros de vuestras iniquidades y abominaciones, en presencia de los puros de corazón y de los de corazón quebrantado, y bajo la mirada del ojo penetrante del Todopoderoso Dios (Jacob 2:7, 10).
Comprendo estas palabras de Jacob como nunca antes. Veo ante mi" la juventud digna de Sión. No obstante debo tratar un tema tal como lo hizo Jacob, y por la misma razón.
Otra oración más de Jacob:"Por tanto, yo, Jacob, les hablé estas palabras, mientras les enseñaba en el templo, habiendo primeramente obtenido mi mandato del señor" (Jacob 1:17). Tened la seguridad de que me he preparado en oración con respecto a esta asignación.
Y así, abordemos el tema. Para introducirlo debo usar una palabra, sólo la usaré una vez. Os suplico tomar nota de que lo utilizo como adjetivo, no como sujeto; lo rechazo como nombre. Les hablo a aquellos pocos, aquellos muy pocos, que pueden estar sujetos a la tentación homosexual. Repito, acepto la palabra como un adjetivo que describe una condición temporal; la rechazo totalmente como un nombre que describe una condición permanente.
He tenido en mente tres preguntas generales en cuanto a este tema. La primera: ¿Es errónea la perversión sexual?
Parece haber un consenso en el mundo de que es natural, hasta cierto grado, para cierto porcentaje de la población y que por lo tanto, la debemos aceptar como correcta. Sin embargo, moralmente hablando, la perversión sexual es errónea, incluso se le puede calificar de peligrosa y si ha habido una indulgencia mayor, en verdad es aniquiladora del espíritu.
La respuesta es: No es correcto. ¡Está mal! No es deseable; no es natural; es anormal; es una desgracia. Cuando se practica, es inmoral; es una transgresión.
Discurso pronunciado en una charla para doce estacas Universidad Brigham Young (5 de marzo de 1978)
Lo que diré en esta presentación será serio y solemne. No hablaré a todos, así que pido la indulgencia de los "noventa y nueve" mientras hablo con "la otra oveja". Os pido a vosotros, los noventa y nueve, que os sentéis silenciosamente, si lo deseáis, reverentemente si podéis, y que generosamente ayudéis a crear un ambiente en el que podamos comunicarnos con aquel que tan desesperadamente necesita la ayuda que presentaré. Después de todo, la cooperación de vosotros los noventa y nueve puede ser de provecho propio, ya que puede llegar un momento en los años venideros en que podríais usar algo de ío que digo para ayudar a otra persona, quizá alguien muy cercano a vosotros.
Me invade el temor de que cualquier presentación del tema que trataré pueda ser falto de delicadeza o de recato. Me siento quizá como se sintió Jacob, el Profeta del Libro de Mormón, cuando comenzó un sermón con estas palabras:
. . .me apena tener que hablaros tan osadamente delante de vuestras esposas e hijos, muchos de los cuales son de sentimientos sumamente tiernos, castos y delicados ante Dios, cosa que agrada a Dios. . .
Mas a pesar de la magnitud de la tarea, debo obrar según el estricto mandamiento de Dios, y hablaros de vuestras iniquidades y abominaciones, en presencia de los puros de corazón y de los de corazón quebrantado, y bajo la mirada del ojo penetrante del Todopoderoso Dios (Jacob 2:7, 10).
Comprendo estas palabras de Jacob como nunca antes. Veo ante mi" la juventud digna de Sión. No obstante debo tratar un tema tal como lo hizo Jacob, y por la misma razón.
Otra oración más de Jacob:"Por tanto, yo, Jacob, les hablé estas palabras, mientras les enseñaba en el templo, habiendo primeramente obtenido mi mandato del señor" (Jacob 1:17). Tened la seguridad de que me he preparado en oración con respecto a esta asignación.
Y así, abordemos el tema. Para introducirlo debo usar una palabra, sólo la usaré una vez. Os suplico tomar nota de que lo utilizo como adjetivo, no como sujeto; lo rechazo como nombre. Les hablo a aquellos pocos, aquellos muy pocos, que pueden estar sujetos a la tentación homosexual. Repito, acepto la palabra como un adjetivo que describe una condición temporal; la rechazo totalmente como un nombre que describe una condición permanente.
He tenido en mente tres preguntas generales en cuanto a este tema. La primera: ¿Es errónea la perversión sexual?
Parece haber un consenso en el mundo de que es natural, hasta cierto grado, para cierto porcentaje de la población y que por lo tanto, la debemos aceptar como correcta. Sin embargo, moralmente hablando, la perversión sexual es errónea, incluso se le puede calificar de peligrosa y si ha habido una indulgencia mayor, en verdad es aniquiladora del espíritu.
La respuesta es: No es correcto. ¡Está mal! No es deseable; no es natural; es anormal; es una desgracia. Cuando se practica, es inmoral; es una transgresión.
Hay muchos pasajes que se aplican indirectamente a este tema, así como algunos muy directos. En todos ellos, éste y todo tipo de comportamiento moral erróneo son condenados. Sólo leeré dos. Este es de Romanos, capítulo uno:
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío (Romanos 1:26-27).
El Libro de Mormón declara: "Y los hombres tienen el conocimiento suficiente para poder discernir el bien del mal. . ." (2 Nefi 2:5). Aun el que es espiritualmente inmaduro deberá sentir intuitivamente que tales acciones son erróneas.
Hay una razón por la cual nosotros en la Iglesia no hablamos más abiertamente de este tema. Hay algunos asuntos que es mejor tratar en privado. Con muchas cosas, es fácil —demasiado fácil— causar las mismas cosas que tratamos de evitar. En una ocasión, fui con un amigo al centro médico de una gran universidad para ver a otro amigo que era doctor allí. En la recepción había una mesa de centro ante nosotros cubierta de folletos describiendo varias enfermedades. Mi amigo dijo: "Ahí están. Lee lo suficiente con respecto a cualquier enfermedad y creerás que la padeces."
No os dejéis engañar por aquellos que susurran que es parte de vuestra naturaleza y que por lo tanto es correcto. ¡Esa es una doctrina falsa!
La segunda pregunta: ¿Es imposible de cambiar esta tendencia? ¿Queda establecida al tiempo de nacer y permanecer siempre? ¿Tiene uno que vivir con ella? Por ejemplo, el obturador de una cámara fotográfica fina es calibrada en la fábrica y no puede ser ajustada en otro lado. Si una cámara tal, por accidente, se daña o pierde la calibración, no se puede reparar localmente. Debe regresar a la fábrica, pues sólo allí la pueden arreglar. ¿Es así la perversión? ¡La respuesta es un no rotundo! No es así.
Algunos, así llamados, expertos, y muchos de los que han cedido a la práctica de esta perversión, enseñan que es congénito e incurable y que se ve uno forzado a aprender a vivir con ella. Pueden señalar un historial de muy poco éxito en tratar de ajustar correctamente el mecanismo que sea la causa de esto. Tienen algunas evidencias muy convincentes para apoyarlos. La mayoría de la literatura llamada científica concluye que no hay mucho que se pueda hacer al respecto.
Rechazo absolutamente esta conclusión y hay una razón muy sensata para ello. ¿Cómo puede ser válida una conclusión sobre un asunto como éste cuando los estudios efectuados han ignorado esa parte de nuestra naturaleza que es la más afectada? No ha sido estudiado plenamente como un malestar moral y espiritual.
No es impermutable. No es parte de nosotros. No tiene uno que ceder y vivir con este mal. Probadlo contra la ley moral y aprenderéis algo muy rápidamente. Si una condición que atrae tanto a los hombres como a las mujeres a una de las actuaciones físicas más horrendas y degradantes es fija y no puede ser vencida, sería una excepción ultrajante a toda la ley moral. Si así fuera (y no lo es), quedaría notorio como una excepción rara y peculiar, que no se puede aplicar a ningún otro tipo de comportamiento erróneo que se relacione con el poder de la procreación. Tal cosa es totalmente incongruente.
El Señor no obra mediante excepciones, sino mediante reglas. Los problemas morales o espirituales son corregibles. Casi todas las enfermedades físicas mayores se pensaron incurables, pero ahora ceden cuando se conoce ampliamente la causa y se aplica la combinación correcta de remedios.
Ahora, volviendo al ejemplo de la cámara fotográfica, hay una razón por la que ha habido tan poco éxito en ajustar correctamente de nuevo este mecanismo; usamos el manual de instrucciones equivocado. Generalmente, los expertos se refieren a las hojas escritas por aquellos que son asignados a hacer trabajo correctivo, en vez de referirse a las instrucciones proporcionadas por el Creador que nos hizo.
Cuando comprendemos la ley moral fundamental mejor de lo que la comprendemos actualmente, podremos corregir esta condición rutinariamente. La solución a este problema descansa en los mandamientos.
Si alguien participa en la perversión, se convierte en parte vital para él creer que es irremediable. ¿No podéis ver que los que predican esta doctrina lo hacen para justificarse a sí mismos? Algunos que se llegan a envolver en este mal se vuelven rapaces. Hacen propaganda con los jóvenes e inexpertos y se vuelve muy importante para ellos creer que todos, hasta cierto grado, son "de esa manera". Se les oye que declaran que un gran porcentaje de la población está inmiscuida, de una manera u otra, en esta actividad. No os dejéis engañar; si sois uno de los pocos que está sujeto a esta tentación, no os dejéis engañar sobre el hecho de que sois cautivo. ¡Esa es falsa doctrina!
La tercera pregunta es una extensión muy lógica de las primeras dos: ¿Si es incorrecto, pero no irremediable, cómo se puede corregir? ¿Qué se puede hacer por alguien que ha tenido algunos pensamientos al respecto? ¿O por alguno que ha tenido una historia larga y desagradable de indulgencia? ¿Cómo se les puede ayudar?
¡Primero, comprender que el poder de procreación es bueno!, es el poder de crear la vida. ¡Pensad en eso! ¡El poder de generar vida dada al hombre! Mediante su uso una pareja puede traer hijos al mundo sin egoísmo. Este poder se convierte en un lazo unificador en el matrimonio. Los que empleen este poder con completa dignidad tienen la promesa de simiente eterna. Los que no, se encaran a la posibilidad de que les sea quitado.
En el matrimonio la pareja puede expresar su amor del uno por el otro sin egoísmo. Cosechan, como resultado, una realización y un sentimiento de ser completos y un conocimiento de su identidad como hijos e hijas de Dios. El poder de procreación es bueno -divinamente bueno- y productivo. Si lo pervertís, puede ser malo -diabólicamente malo- y destructivo.
Este poder es muy diferente de nuestra naturaleza físi¬ca o emocional. No podemos jugar con él, ni usarlo prematura o erróneamente, sin entrar en terreno muy peligroso. Ahora, no es poco usual que un niño o una niña, en un momento de juego infantil con alguien del mismo sexo, tenga algún comportamiento erróneo que lo haga permanecer inocente y sin significado y deberá ser olvidado. Pero dos hombres jóvenes o dos mujeres jóvenes, motivados por alguna atracción o respondiendo a un deseo de afecto -de cualquier tipo que este sea- en ocasiones son llevados casi inocentemente al comportamiento innatural. Podéis ser conducidos a circunstancias que, por un momento, os haga dudar de vuestra identidad. No os dejéis engañar al pensar que tales pensamientos y acciones son naturales para vosotros. Sólo porque experimentáis un período de confusión, no hagáis de ello algo que no es. No hagáis que vuestra vida se rija en base a un pensamiento o experiencia transitorio.
Y sólo debido a que alguien se ha tropezado un poco, o sólo debido a que alguien no cuidó suficientemente en qué dirección iba y se salió del camino a algún comportamiento innatural, o sólo debido a que alguien fue presa de alguna persona rapaz lista, ésa no es razón para saltar del acantilado hacia la muerte espiritual.
Es natural que un varón quiera ser más masculino, o que una mujer quiera ser más femenina. Pero no se puede incrementar la masculinidad ni la femineidad con el contacto físico desviado con uno de su propio género. Hay muchas variaciones de este mal, algunas de ellas muy difíciles de identificar y todas muy difíciles de comprender. Cuando uno se proyecta a sí mismo de alguna manera confusa de juego de papeles con aquellos del mismo sexo en un esfuerzo por llegar a ser más masculino o más femenina, algo cambia y resulta precisamente lo opuesto. De una manera extraña, esto resulta en tratar de amarse a sí mismo.
Un varón se puede volver menos masculino y más femenino y confuso en sus sentimientos y emociones. Una mujer se puede volver menos femenina y más masculina y confusa en sus sentimientos. Debido a que el cuerpo no puede cambiar la parte emocional puede esforzarse por transformarse en el del género opuesto. Entonces el individuo se embarca en una búsqueda sin esperanza e inútil por una identidad que nunca se podrá lograr.
Aún hay una condición extrema en que algunos individuos, en una búsqueda inútil, se someterán a operaciones así llamadas de "cambio" en un esfuerzo por reestructurar su identidad y ser completos de nuevo. Ni lo consideren. ¡Esa no es respuesta alguna! Eso tiene consecuencias eternas y permanentes. Si un individuo se encuentra atrapado en algún lugar entre lo masculino y lo femenino, puede ser cautivo del adversario y está bajo la amenaza de perder su condición potencial de ser un dios. Y así llegamos de nuevo a la doctrina del libre albedrío, que es fundamental al mismo propósito de nuestra venida a la mortalidad.
Si un individuo trata de recibir consuelo, satisfacción, afecto o realización mediante la interacción física desviada con alguien de su propio género ¡se puede convertir en adicción! Al principio podrá satisfacer una necesidad y dar consuelo de algún tipo, pero, cuando eso se ha desvanecido, le siguen sentimientos de culpabilidad y depresión. Pronto emerge una necesidad mayor. Comienza un ciclo que pone al individuo sobre un camino largo, triste y destructivo que lleva a la desintegración emocional y física y, a fin de cuentas, a la muerte espiritual.
Durante siglos los hombres han tratado de encontrar la causa de esta condición. Esto es un paso esencial para desarrollar un remedio. La perversión puede tener algunas manifestaciones muy físicas, pero no es un mal físico. Un examen físico extenso no revelará una sola pizca de evidencia de que lo sea. Los cirujanos nunca han localizado un centro de control tangible en el cuerpo que pueda ser ajustado por medios médicos o de cirugía para cambiar esta condición. El lugar más obvio para buscar después es en la parte emocional o psicológica de nuestra naturaleza. Aquí nos acercamos más.
Los psicólogos y psiquiatras se han esforzado durante generaciones por encontrar la causa. Muchos han buscado con dedicación resuelta y han estudiado todo lo que pueda tener influencia sobre ello: las relaciones padre-hijo, tendencias heredadas, influencias del medio ambiente y ciento un cosas más. Estas y muchas, muchas más son factores, o bien tienen un efecto importante sobre este problema, o bien son afectados en forma importante por este problema.
Los consejeros aparentemente siempre están trabajando sobre los síntomas. Cuando encuentran algo que funciona en un caso y lo aplican a otro, puede ser que no funcione en lo más mínimo siquiera. Hasta el momento aún no han encontrado un remedio. Esta condición hasta ahora no se ha podido corregir uniformemente por tratamientos emocionales, ni físicos, ni psicológicos, ni psiquiátricos. Dependiendo de la severidad del caso, algunas formas de estos tratamientos ayudan substancialmente en alrededor del 25 por ciento de los casos. Y cualquier cosa que ayude es buena. Pero debe haber una respuesta mejor.
Debido a que la perversión puede tener tal efecto en lo físico y lo emocional, se ha pensado que ahí se centra el problema. Pero, ¿adonde nos dirigimos cuando los remedios físicos y emocionales sólo tienen éxito parcial? Para los Santos de los Últimos Días la respuesta debe ser obvia. Nos dirigimos a la naturaleza espiritual. El mundo podrá considerar que es de poca importancia, ¡pero para nosotros sí es importante! Cuando se le considera a esto como un asunto moral y espiritual, hay respuestas que no son alcanzables de otra manera.
La causa de este mal ha permanecido escondida por mucho tiempo porque la hemos estado buscando en el lugar equivocado. Cuando se descubra la causa, puede ser que no sea tan misterioso después de todo. Puede ser que permanezca escondido a causa de que sea tan obvio.
Os presento una posibilidad. Y os recuerdo, estoy hablando con la otra oveja. Vosotros, los noventa y nueve, solo estáis escuchando. Estoy consciente de que cuando lo mencione, la primera reacción podrá ser de resentimiento, resistencia, aun hasta la hostilidad; es de esperarse, ¡pero escuchadme!
¿Habéis explorado la posibilidad de que la causa, cuando se encuentre, resultará ser una forma típica del egoísmo en una forma muy sutil? Ahora, y comprended esto, no pienso ni por un minuto que la forma del egoísmo que motiva la perversión sea consciente, por lo menos no al principio. Estoy seguro de que es exactamente lo opuesto. El egoísmo se puede unir a un individuo sin que él se dé cuenta de lo que lo aflige. Se puede introducir tan profundamente y disfrazarse con tanto ingenio que es difícil de distinguir.
Es difícil de creer que un individuo, por medio de una decisión clara y consciente o por una serie de decisiones, llegará a escoger el curso de la desviación. Es mucho más sutil que eso. Si uno pudiera tan sólo experimentar con la posibilidad de que el egoísmo de una naturaleza muy sutil sea la causa de este mal, rápidamente se aclararían muchas cosas. Abre la posibilidad de poner algunas cosas muy enfermas en orden.
La perspectiva espiritual para el remedio de la perversión emerge con la comprensión de que el poder físico de la creación o procreación es diferente de cualquier otra parte de nuestra naturaleza. Está diseñada de tal manera que su único empleo para traer la felicidad está en el dar, no en el recibir. Considerad esto: Uno no puede procrear solo. Y esto: Uno no puede procrear con su propio género. Y hay un tercero: Uno no puede procrear sin ceder o dar.
Cuando uno tiene la humildad necesaria para admitir que hay un mal espiritual atado a la perversión y que tiene sus raíces en el egoísmo, ya está abierto el camino para el tratamiento de la condición. Es una admisión dolorosa en verdad que el egoísmo pueda ser su causa fundamental, pero no tenemos mucha evidencia de que uno puede curar la perversión mediante el tratamiento de ésta. Si la falta de egoísmo puede efectuar la curación, deberíamos estar lo suficientemente desesperados a esta altura para por lo menos experimentar con la posibilidad. Repito, hemos tenido muy poco éxito en tratar de remediar la perversión mediante el tratamiento de la perversión. Es muy posible curarlo mediante el tratamiento del egoísmo.
Algunos individuos, involucrados en la perversión, están tomando una decisión clara de salir al descubierto, de permanecer así y de mezclarse más en la perversión. Esto se convierte en un acto claro de egoísmo. Hay un resultado inevitable y de ello aprendemos algo importante: cualquier individuo es libre, por supuesto, de hacerlo porque cada uno tiene su albedrío, pero no puede hacer eso y producir felicidad alguna para los que lo aman ni, a fin de cuentas, para sí mismo.
Hay lazos de amor que unen a los seres humanos. ¡Cuan triste es cuando se envían señales de amor a través de esta red de comunicaciones de un ser humano a otro y regresan a su vez señales de estática, rechazo, agonía y dolor de corazón! Ese tipo de señal se genera muy rápidamente con el egoísmo. Es una señal de éste.
Los individuos culpables de actos muy egoístas inevitablemente lastiman a los que los rodean. Ninguna persona ha tomado una decisión consciente de hacer de un comportamiento innatural su estilo de vida sin enviar señales brutales, destructivas y egoístas a aquellos que lo aman.
Si no pueden comprender la perversión —y yo admito que no la puedo comprender— sí pueden comprender el egoísmo y la falta de egoísmo. Y pueden aprender a remediar la perversión.
Ahora, antes de continuar, permitidme señalar que se puede pervertir cualquier cosa, aún la falta de egoísmo. Así que no lleguéis al racionalismo concluyente de que la participación en un acto de desviación sexual es un gesto generoso y falto de egoísmo. No declaréis que es una cosa sin egoísmo descargar el deseo de alguien que tiene la misma aflicción. Cualquier alma pensante debería saberlo mejor. Y no arguyáis que en las relaciones naturales, aun en el matrimonio, puede haber egoísmo completo y brutal. Eso puede ser verdad, pero ese no es nuestro tema. Y en cualquier caso, no es justificación para actos inmorales o egoístas de ningún tipo.
Le duele mucho a una persona admitir que es egoísta. Los doctores en ocasiones lastiman mucho a las personas para ayudarlas a sanar. Y aun así nuestros hospitales están llenos de pacientes. Los pacientes calculan que vale la pena someterse al tratamiento, sin importar cuan doloroso sea. Se esfuerzan por superar largos períodos de recuperación y en ocasiones hasta deben estar conformes con actividades limitadas después, en algunos casos sólo para vivir. ¿No es razonable pensar que la recuperación de este mal podría ser comparable con esto? Si la falta de egoísmo lo puede remediar aplicándola durante mucho tiempo, y después de remediarlo seguir el mismo tratamiento, ¿no valdrá la pena?
Podemos hacer muchas cosas que son muy personales, pero no necesariamente egoístas. Por ejemplo, no es necesariamente egoísta estudiar y mejorar la mente, desarrollar los talentos o perfeccionar el cuerpo físico. Estos pueden ser muy faltos de egoísmo si el motivo es por fin el de bendecir a otros. Pero hay algo diferente con respecto al poder de procreación, hay algo que nunca se ha explicado plenamente que hace que sea peligroso en realidad considerarlo como algo que nos fue dado.
Ahora espero que no os desanime demasiado si digo de una vez que no conozco ningún remedio espiritual que cure todo. Dejando a un lado los milagros por un momento, en los cuales creo firmemente, en general no sé de ningún tratamiento de shock espiritual que entrará al alma de un individuo y de inmediato matará este tipo de tentación, o a algún otro tipo de tentación, por cierto. Ninguna droga espiritual maravillosa que yo conozca hará esto. El remedio consiste en seguir, por un largo tiempo, y después continuamente, unas reglas básicas y sencillas para la salud moral y espiritual. Aquí encaja bien una lección del profeta Elíseo.
Naamán era el general del ejército sirio. "Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso." Había en su casa una esclava de Israel, quien le habló de un profeta en Israel que lo "sanaría de lepra". El rey de Siria, queriendo salvar a su valioso general, envió una carta al rey de Israel diciendo que le había enviado a Naamán, "para que lo [sanara] de su lepra".
El rey de Israel se asustó y dijo: "¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envié a mí a que sane un hombre de su lepra? " Elíseo oyó de la carta y dijo al rey, "Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel." Cuando llegó Naamán, Elíseo le mandó un mensajero que le dijo: "Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio."
Con esto Naamán se enfureció. Pensó que por lo menos el profeta saldría a la puerta y de pie frente a él invocaría el nombre de Jehová su Dios, y alzaría su mano para tocarlo y sanar su lepra. Y la Biblia registra que Naamán "se fue enojado".
Pero entonces su siervo (parece ser que siempre tiene que haber un siervo) se le acercó y le habló diciendo "... si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? " Naamán se vio reprendido por su humilde siervo y el incidente concluye con estas palabras. "El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio"(2 Reyes 5:1-14).
Si os pudiera anunciar algún remedio dramático o aun fantástico para esta condición, estoy seguro de que muchos lo aceptarían sin dudar, pero cuando hablamos de las cosas pequeñas, me temo que la mayoría lo recibiría tal como Naamán recibió el primer mensaje del profeta Elíseo. ¿Si os dijera que hicieran alguna gran cosa y seríais curados, no lo haríais? ¡Cuan mejor para vosotros, entonces, es hacer las cosas pequeñas! Para que vuestra carne se pueda tornar como la de un niño, y seáis limpios. Pensad muy seriamente en esto.
Tenéis que aprender esto: El vencer la tentación moral es una batalla muy privada, una batalla interna. Hay muchos a vuestro alrededor que quieren ayudaros y que pueden hacerlo, padres, presidente de rama, obispo, para algunos cuantos su cónyuge. Y después de eso, si es necesario, hay consejeros y profesionales para ayudaros. Pero no empecéis primero con éstos. Los primeros pueden prestar apoyo moral y ayudar a establecer un ambiente para vuestra protección. Pero ésta es una batalla individual.
Estableced una convicción de que resistiréis por toda la vida, si es necesario, cualquier pensamiento o acción des¬viada. No respondáis a estos sentimientos; suprimidlos. El suprimir no es una palabra muy común para la mayoría de los psicólogos. ¡Ved lo que le pasó a la sociedad como resultado de que esta palabra se hizo poco popular!
Tenéis el derecho de que Dios os ha concedido ser libres y escoger. Rechazad lo innatural; escoged la vía moral. Sabréis entonces hacia dónde os dirigís. En adelante sólo queda el esfuerzo por llegar.
No tratéis simplemente de rechazar un pensamiento o hábito malo. Reemplazadlo, Cuando tratéis de eliminar un mal hábito, si dejáis vacío el espacio donde este estaba, regresará y ocupará de nuevo el lugar. Creció allí; allí tratará de permanecer. Cuando lo rechacéis; llenad el hueco que deja. Reemplazadlo con algo nuevo. Reemplazadlo con pensamientos sin egoísmo, con actos sin egoísmo. Entonces, si un hábito o adicción inicuo trata de regresar, tendrá que luchar por recibir atención. En ocasiones podrá vencer. A menudo los malos pensamientos tienen que ser rechazados cien veces, o aun mil. Pero aunque los tengáis que rechazar diez mil veces, nunca os rindáis ante ellos. Vosotros estáis a cargo de vuestra persona. Repito, es muy, muy difícil tratar de rechazar un hábito malo sin tratar de reemplazarlo con otra cosa. Leed en Mateo 12:43-45, parábola de la casa vacía. Hay un mensaje allí para vosotros.
Ahora para vos, la otra oveja, algunos consejos muy directos. Si estáis sujetos a este tipo de tentación, es esencial que rompáis todas las relaciones con aquellos que por alguna razón u otra la animan. No regreséis a los lugares donde fuisteis tentado. No frecuentéis los lugares donde se reúnen las personas con atracciones similares. Esto podrá requerir un ajuste social, profesional o aun geográfico.
Si estáis involucrado en una relación, no importa cuan inocente pueda parecer, terminadla de una vez. Algunas cosas os atan a este tipo de tentación. Dejadlas. Evitad la misma apariencia del mal. Esto puede ser muy doloroso si estáis inmiscuido en una relación con lazos emocionales muy profundos. Cortad esos lazos y animad a la otra persona a que haga lo mismo. Hacedlo pronto, y hacedlo completa y terminantemente.
La libertad de este tipo de esclavitud está al final de un sendero que el individuo deberá recorrer solo. Si tropezáis, levantaos y seguid adelante. Pronto se curarán vuestras heridas. Os volveréis más fuerte. Vuestra batalla estará ganada en dos terceras partes, o tres cuartas partes, o cuatro quintas partes, cuando determinéis vuestra identidad.
Aceptaos a vos mismos como digno dueño del tabernáculo que Dios os ha proporcionado. Vuestro cuerpo se os proporcionó como un instrumento de vuestra mente.
Tiene el propósito de bendecir a otros. No os enmarañéis en este tipo de amor propio desviado.
Con los males físicos siempre queremos un remedio rápido. Si una receta médica no ha funcionado para cuando se pone el sol, queremos intentar otra. Para ese mal no hay otra receta que yo conozca. Tendréis que alejaros de vuestro problema con determinación sin desviaros, y notad estas palabras, sin desviaros. Cuanto más tiempo hayáis tenido la aflicción, o cuanto más profundamente os hayáis inmiscuido, será más difícil y más largo el remedio. Cualquier reincidencia es un paso atrás. Pero si llegara a suceder esto, rehusaos a desanimaros. Tenéis que tomar la medicina, aunque sea muy amarga.
Hay gran poder en las Escrituras. Estudiad el evangelio; vividlo. Leed las revelaciones. Toda receta contra el egoísmo de cualquier tipo ayudará a controlar esta enfermedad. Cada detalle que demuestre falta de egoísmo os dará más fuerza.
La libertad de este tipo de esclavitud está al final de un sendero que el individuo deberá recorrer solo. Si tropezáis, levantaos y seguid adelante. Pronto se curarán vuestras heridas. Os volveréis más fuerte. Vuestra batalla estará ganada en dos terceras partes, o tres cuartas partes, o cuatro quintas partes, cuando determinéis vuestra identidad.
Aceptaos a vos mismos como digno dueño del tabernáculo que Dios os ha proporcionado. Vuestro cuerpo se os proporcionó como un instrumento de vuestra mente.
Tiene el propósito de bendecir a otros. No os enmarañéis en este tipo de amor propio desviado.
Con los males físicos siempre queremos un remedio rápido. Si una receta médica no ha funcionado para cuando se pone el sol, queremos intentar otra. Para ese mal no hay otra receta que yo conozca. Tendréis que alejaros de vuestro problema con determinación sin desviaros, y notad estas palabras, sin desviaros. Cuanto más tiempo hayáis tenido la aflicción, o cuanto más profundamente os hayáis inmiscuido, será más difícil y más largo el remedio. Cualquier reincidencia es un paso atrás. Pero si llegara a suceder esto, rehusaos a desanimaros. Tenéis que tomar la medicina, aunque sea muy amarga.
Hay gran poder en las Escrituras. Estudiad el evangelio; vividlo. Leed las revelaciones. Toda receta contra el egoísmo de cualquier tipo ayudará a controlar esta enfermedad. Cada detalle que demuestre falta de egoísmo os dará más fuerza.
Mirad con anticipación el estar bien, limpio y feliz. Aun cuando seáis culpable, no hay sentencia de por vida pronunciada sobre vos. Mantened esto en mente.
Ahora quiero expresar mi gratitud a vosotros, los noventa y nueve, que habéis escuchado pacientemente, creo que hasta cuidadosamente, a un mensaje que ha sido dirigido principalmente, a la otra oveja. Creo que vuestro tiempo no ha sido malgastado. Los principios de los que os he hablado se aplican a cualquier tentación moral, y puede ser que vosotros, al igual que las otras ovejas, hayáis sido fortalecidos y prevenidos.
Os quiero decir, a todos, marcadamente que pienso que éste ha sido un mensaje muy personal. No será de ningún beneficio si hacéis de este mensaje un tema de chisme en los dormitorios, o en clases, o en las reuniones de la Iglesia. Repito, he pensado que éste es un mensaje muy personal, y ya he dicho que podemos causar tontamente las mismas cosas que estamos tratando de evitar al hablar demasiado al respecto.
Ahora, lo que tengo que decir al respecto, ya lo he dicho. Y esto es todo lo que os diría si me escribiereis, o si me viniereis a ver en persona. Yo no soy el que os puede curar. Vos sois el que os deberéis tratar a vos mismo. Si estáis preocupado por este problema, si necesitáis ayuda, deberéis acudir primero a vuestros padres, después a vuestro presidente de rama u obispo y a otros que él pueda llamar para ayudaros. Pero vos mismo podéis tener un poder que puede renovar vuestro cuerpo. Vos mismo podéis tomar de un poder que reforzará vuestra voluntad. Si tenéis esta tentación, ¡luchad contra ella!
Oh, si tan sólo os pudiera convencer de que sois un hijo o una hija de Dios Todopoderoso! Tenéis un poder espiritual y recto: una herencia que apenas si habéis tocado. Tenéis un Hermano Mayor que es vuestro Intercesor, vuestra Fuerza, Protector, Mediador, vuestro Médico. De El rindo testimonio. ¡El Señor os ama! Sois un hijo de Dios. Encarad la luz de la vordad. Las sombras del desánimo, de la desilusión, de la desviación quedarán atrás.
Entré al Quorum de los Doce Apóstoles para llenar la vacante cuando Joseph Fielding Smith se convirtió en presidente de la Iglesia. El fue un hombre bueno y grande, un profeta. Escribió estas palabras con las que concluyo, hablándoos a vos, la otra oveja.
¿Te parece larga la jornada;
Y escabroso el sendero por el que transitas?
¿Florecen zarzas y espinas en el camino?
¿Las filosas piedras hieren tus pies
Mientras luchas por elevarte
Sintiendo en tu ser el calor del nuevo día?
¿Tu corazón desfallece y se entristece?
¿Se fatiga tu alma
Mientras te afanas bajo tu carga de pesares?
¿Parece pesada la carga
Que ahora debes levantar?
¿No hay nadie que pueda ayudarte a llevarla?
¿Estas agobiado por el pesar
Y hay pena en tu pecho
Mientras transitas por esa larga y fatigosa jornada?
¿Estás mirando hacia atrás
Hacia ese valle que va quedando a tus pies?
¿Sientes que estás solo?
No permitas que desfallezca tu corazón
Ahora que has empezado la jornada;
Hay Uno que aún te hace señales.
Levanta hacia El tu rostro con gran gozo
Y sujétate de su mano,
El te guiará hacia nuevas colinas,
A una tierra santa y pura
En donde todas las penas terminan
Y tu vida libre de todo pecado estará.
Ahí ya no se derramarán más lágrimas
Pues ya no habrá pesares;
¡Anda!, toma su mano y ve con El ahí.
(Hymns, núm. 245).
Dios os bendiga, la otra oveja. Sois amado de El y de sus siervos. Y atestiguo que Dios vive y que ese gran poder sanador y limpiador se extiende ahora a vos. Y ese gran poder está puesto en contra del poder de la perversión que se introduce ahora en la sociedad. Alejaos de él, y un día estaréis en su presencia. El os dará la bienvenida con los brazos abiertos, y vos y El lloraréis de gozo por haber sido la otra oveja que ha regresado. En el nombre de Jesucristo. Amén.
Ahora quiero expresar mi gratitud a vosotros, los noventa y nueve, que habéis escuchado pacientemente, creo que hasta cuidadosamente, a un mensaje que ha sido dirigido principalmente, a la otra oveja. Creo que vuestro tiempo no ha sido malgastado. Los principios de los que os he hablado se aplican a cualquier tentación moral, y puede ser que vosotros, al igual que las otras ovejas, hayáis sido fortalecidos y prevenidos.
Os quiero decir, a todos, marcadamente que pienso que éste ha sido un mensaje muy personal. No será de ningún beneficio si hacéis de este mensaje un tema de chisme en los dormitorios, o en clases, o en las reuniones de la Iglesia. Repito, he pensado que éste es un mensaje muy personal, y ya he dicho que podemos causar tontamente las mismas cosas que estamos tratando de evitar al hablar demasiado al respecto.
Ahora, lo que tengo que decir al respecto, ya lo he dicho. Y esto es todo lo que os diría si me escribiereis, o si me viniereis a ver en persona. Yo no soy el que os puede curar. Vos sois el que os deberéis tratar a vos mismo. Si estáis preocupado por este problema, si necesitáis ayuda, deberéis acudir primero a vuestros padres, después a vuestro presidente de rama u obispo y a otros que él pueda llamar para ayudaros. Pero vos mismo podéis tener un poder que puede renovar vuestro cuerpo. Vos mismo podéis tomar de un poder que reforzará vuestra voluntad. Si tenéis esta tentación, ¡luchad contra ella!
Oh, si tan sólo os pudiera convencer de que sois un hijo o una hija de Dios Todopoderoso! Tenéis un poder espiritual y recto: una herencia que apenas si habéis tocado. Tenéis un Hermano Mayor que es vuestro Intercesor, vuestra Fuerza, Protector, Mediador, vuestro Médico. De El rindo testimonio. ¡El Señor os ama! Sois un hijo de Dios. Encarad la luz de la vordad. Las sombras del desánimo, de la desilusión, de la desviación quedarán atrás.
Entré al Quorum de los Doce Apóstoles para llenar la vacante cuando Joseph Fielding Smith se convirtió en presidente de la Iglesia. El fue un hombre bueno y grande, un profeta. Escribió estas palabras con las que concluyo, hablándoos a vos, la otra oveja.
¿Te parece larga la jornada;
Y escabroso el sendero por el que transitas?
¿Florecen zarzas y espinas en el camino?
¿Las filosas piedras hieren tus pies
Mientras luchas por elevarte
Sintiendo en tu ser el calor del nuevo día?
¿Tu corazón desfallece y se entristece?
¿Se fatiga tu alma
Mientras te afanas bajo tu carga de pesares?
¿Parece pesada la carga
Que ahora debes levantar?
¿No hay nadie que pueda ayudarte a llevarla?
¿Estas agobiado por el pesar
Y hay pena en tu pecho
Mientras transitas por esa larga y fatigosa jornada?
¿Estás mirando hacia atrás
Hacia ese valle que va quedando a tus pies?
¿Sientes que estás solo?
No permitas que desfallezca tu corazón
Ahora que has empezado la jornada;
Hay Uno que aún te hace señales.
Levanta hacia El tu rostro con gran gozo
Y sujétate de su mano,
El te guiará hacia nuevas colinas,
A una tierra santa y pura
En donde todas las penas terminan
Y tu vida libre de todo pecado estará.
Ahí ya no se derramarán más lágrimas
Pues ya no habrá pesares;
¡Anda!, toma su mano y ve con El ahí.
(Hymns, núm. 245).
Dios os bendiga, la otra oveja. Sois amado de El y de sus siervos. Y atestiguo que Dios vive y que ese gran poder sanador y limpiador se extiende ahora a vos. Y ese gran poder está puesto en contra del poder de la perversión que se introduce ahora en la sociedad. Alejaos de él, y un día estaréis en su presencia. El os dará la bienvenida con los brazos abiertos, y vos y El lloraréis de gozo por haber sido la otra oveja que ha regresado. En el nombre de Jesucristo. Amén.
Excelente mensaje, me lo dieron hace años en la misión y hoy con tanto revuelco de opiniones esto puede fortalecer nuestra perspectiva de la familia de Dios.
ResponderEliminarEs hermoso y contiene mucha verdad en nuestros tiempos ! Gracias Profetas x guiar al pueblo de sion
ResponderEliminarBonito
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