sábado, 10 de abril de 2010

POR MEDIO DE LA OBEDIENCIA Y EL SACRIFICIO RECIBIMOS LAS BENDICIONES DEL CIELO.

Palabras pronunciadas por el élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles Reunión de capacitación de Autoridades Generales.
Miércoles 31 de octubre de 1984


Mis amados hermanos, esta es una experiencia que me hace sentir sumamente humilde puesto que ustedes son mis maestros y mis ejemplos a quienes yo amo y apoyo.

En las conferencias de estaca del primer semestre de 1985, hablaremos en las sesiones del sábado por la noche en cuanto al tema "Por medio de la obediencia y el sacrificio recibimos las bendiciones del cielo". Hoy habremos de analizar este tema a fin de prepararnos para recibir la inspiración que vendrá a nosotros al dar instrucciones en cuanto a estos importantes principios del evangelio.

La obediencia y el sacrificio, aunque son dos términos que tienen diferentes significados son similares en el hecho de que ambos resultan en las bendiciones del cielo.

SACRIFICIO.

La palabra sacrificio viene de la palabra del latín sacrificium que a su vez se origina en dos raíces del idioma. La primera raíz es sacer, que quiere decir "sagrado". Esta misma raíz la encontramos en otras palabras que nos resultan familiares, tales como sacramento, que quiere decir, "pensamiento sagrado", consagrar, que quiere decir "que se hace con carácter sagrado", y aun la palabra santificar. La palabra del latín que equivale a sacerdote, quiere decir "hacedor de cosas sagradas".

La segunda parte de la palabra sacrificio proviene de la raíz latina facere, que quiere decir "hacer" o "fabricar". Reconocemos esta misma raíz en palabras tales como factoría, un lugar donde se hacen o fabrican cosas, y manufactura que quiere decir "hacer algo a mano". También encontramos esta raíz en la palabra factor, que quiere decir "el que hace". Esta raíz proviene de la palabra del latín factus, que es el participio pasivo del verbo facere. Podemos apreciar esta misma forma de la raíz en la palabra benefactor, que quiere decir "buen hacedor".

Menciono el derivado de la palabra sacrificio porque quiere decir literalmente "hacer sagrado algo". Mediante el uso común, el significado de la palabra se ha visto alterado con el paso del tiempo. Esa es la razón por la que el diccionario da también como definiciones de esta palabra, "renuncia" o "acto de abnegación".

En este contexto, creo que algunas personas utilizan la palabra sacrificio, en una forma un tanto descuidada al referirse a las donaciones que uno efectúa o al servicio que rinde a la Iglesia.

El presidente Brigham Young hizo mención a este concepto cuando declaró:
"Ni siquiera una partícula de todo lo que comprende esta vasta creación de Dios, nos pertenece. Todo lo que tenemos se nos ha dado para nuestro uso, para ver lo que hacemos con ello, o sea, si lo utilizamos con propósitos de vida eterna y exaltación o de muerte eterna y degradación, hasta que termine nuestro paso por esta vida. No tenemos nada para sacrificar; así que no hablemos de sacrificios." (Journal of Discourses 8:67.)

La ordenanza religiosa del sacrificio fue instituida por Dios entre los hombres después de la transgresión en el Jardín de Edén.

"Adán y Eva... invocaron el nombre del Señor, y oyeron la voz del Señor que les
hablaba...
"Y les mandó que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor...
"Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo; ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó.
"Entonces el ángel le habló, diciendo; Esto es una semejanza del sacrificio del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad." (Moisés 5:4-7.)

Parece ser que todo principio u ordenanza del evangelio cuenta con imitaciones satánicas. Abrahara ofrece el siguiente relato:
"Habiéndose apartado mis padres de su justicia y de los santos mandamientos que el Señor su Dios les había dado, a la adoración de los ídolos de los paganos, se negaron por completo a escuchar mi voz;
porque sus corazones estaban resueltos a hacer lo malo, y se habían entregado completamente al Dios Elkénah...
De modo, que tornaron sus corazones al sacrificio de los paganos, ofreciendo sus hijos a sus ídolos mudos, y no escucharon mi voz, sino que trataron de quitarme la vida por mano del sacerdote de Elkénah." (Abr. 1:5-7.)

El Señor libró a Abraham y lo llevó a la cierra de los caldeos para cumplir con sus propósitos (véase Abraham 1:16).

El recuerdo de este hecho se hizo por cierto vivido algunos años más tarde cuando el patriarca Abrahara recibió instrucciones del Señor de ofrecer a Su hijo Isaac como sacrificio en el Monte Moriah. Allí, se convergieron en un solo acto el significado tanto del sacrificio como el de la obediencia. Escuchen estas palabras extraídas de este decreto divino:

"Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac...
"Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo; Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo...
"E iban juntos...
"Abraham...ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
"Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
"Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham... no extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada;
porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único...
"...fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocauto en lugar de su hijo...
"...no me has rehusado tu hijo, tu único hijo." (Génesis 22:2, 7-13, 16.)

Según está escrito este relato, la palabra hijo se menciona doce veces. Resulta fácil comprender la enseñanza de Jacob en el Libro de Mormón, cuando dijo que esta acción de Abraham e Isaac fue "una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito" (Jacob 4:5).

Al mismo tiempo que rendimos nuestros honores a Abraham, debemos rendirlos a Isaac, pues según las tradiciones judías, él no era un niño, sino un hombre maduro quien obedecio a sabienda y de buena voluntad. Si esto es un hecho, la similitud con la disposición y la obediencia que caracterizó al sacrificio expiatorio del Salvador del mundo se hace aún mayor. La semejanza continúa, como recuerdan ustedes, en el hecho de que desde el Monte Moriah hasta su hogar en Beerseba, donde la vida retomaría su curso, el viaje de Abraham e Isaac llevó tres días, el mismo lapso que existió entre el momento del sacrificio del Salvador y su regreso a la vida como Señor resucitado.

Desde los días de Adán hasta el momento de la Expiación, Dios instituyó entre los hombres el sacrificio por medio del derramamiento de sangre. Además de la semejanza con la Expiación que habría de venir, les enseñó que la vida mortal dependía de la sangre. El sacrificio expiatorio incluía el derramamiento de sangre, tanto en Getsemani como en el Calvario. Se requería esto a fin de que el cuerpo resucitado volviera a vivir en la misma condición en que se encontraba Adán en su estado paradisíaco antes de la Caída, o sea, sin sangre.

Los sacrificios por medio del derramamiento de sangre que se efectuaban desde los tiempos de Adán tenían el fin de preparar al mundo y a sus habitantes para el sacrificio supremo del Cordero de Dios. Las ofrendas de los primeros frutos de la tierra (véase Éxodo 23:19) eran también símbolo del hecho de que Cristo llegaría a ser lo que se llamó los primeros frutos de la resurrección. De este modo, la expiación del Señor satisfizo la ley de Moisés en la cual se prescribía el sacrificio por medio del derramamiento de sangre. "Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre... porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados." (Hebreos 10:10, 14.)

Ya no es necesario el derramamiento de sangre o el sacrificio de animales. Raramente debemos pensar en "entregar o renunciar a nuestro" tiempo y bienes. Más bien, debemos ahora volvernos al significado original de la palabra o sea "hacer sagrado". Para sacrificar, debemos "hacer sagrado" todo pensamiento, toda acción y nuestro propio carácter.

El rey David percibió la necesidad de dedicarnos por entero al hacer sacrificios cuando declaró: "No ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no rae cuesten nada" (2 Samuel 24:24). Dedicar tiempo y bienes no debe ser el fin que persigamos, sino el medio para alcanzar el fin de "hacernos sagrados". Cada uno de nosotros, por medio de una vida santa, puede presentar al Señor un alma más santificada para el honor y a la gloria de su Creador.

OBEDIENCIA.

Analicemos ahora la palabra obediencia, que quiere decir "obedecer". El verbo obedecer tiene un derivado interesante. También procede de dos raices del latín. El prefijo ob quiere decir "a" o "hacia". La segunda parte de la palabra es una ramificación de la palabra del latín audire, que quiere decir "oír" o "escuchar". Esta raíz la vemos en palabras tales como audiencia, auditorio, audio—todas ellas relacionadas con el proceso de escuchar. Literalmente entonces, el verbo obedecer quiere decir "escuchar a".

Al investigar las referencias de las Escrituras que figura bajo el tema
de la obediencia en la Guía temática (en inglés), encontré que la mayoría de las citas de este término en el Antiguo Testamento derivan de la palabra hebrea shama que quiere decir "oír inteligentemente". En tales casos se aplica a oír la voz de Dios y ser obediente a su palabra. La mayoría de los pasajes que mencionan este término y que aparecen en el Nuevo Testamento, no reciben la misma aplicación. (Esposas obedeced a vuestros maridos, hijos obedeced a vuestros padres, siervos obedeced a vuestros amos, etc.) Resulta interesante observar que las referencias del Libro de Mormón, la mayoría de ellas, de los escritos de la época del Antiguo Testamento, en forma predominante tienen el mismo significado que la primera de las aplicaciones a las que hice referencia: Oír o escuchar la palabra de Dios, y ser obediente a ella.

Una persona no puede ser obediente a menos que escuche palabras que tienen autoridad. Hablando dentro del contexto del evangelio, eso equivale a que no puede haber obediencia hasta que primero exista un conocimiento de la palabra de Dios. Lo que es más, una persona no puede ser obediente (o desobediente) a esa palabra sin ejercer el divino don del albedrío. Las personas tienen la libertad de escoger el ser obedientes a la palabra de Dios o desobedientes a ella. Lo que ellos decidan hacer se transforma en su respuesta la cual tiene un valor moral. La coerción no tiene cabida en el reino de Dios pues no produce ninguna acción moral y por lo tanto es contraria al divino don del albedrío.

EL ALBEDRÍO.

El albedrío tiene restricciones y depende de nuestras decisiones el que se mantenga intacto o no. Debe ganarse y preservarse. Por ejemplo, al elegir una carrera se gana el derecho de ejercerla libremente. Yo no tengo la libertad de ser un concertista de piano porque no he ganado ese derecho (eché por tierra esa opción a los diez años, lo cual decepcionó bastante a mi madre). Por muchos años ejercí la cirugía, puesto que había ganado el conocimiento y la certificación en los cuales se basa esa libertad.

Resulta interesante observar que, más adelante, tras unas breves palabras de los profetas de Dios fui sostenido como uno de los miembros del Quórum de los Doce, y tuve la libertad de renunciar al derecho que tenía de ser cirujano y ejercer mi albedrío para obedecer el nuevo llamamiento. Cada uno de nosotros es libre de obedecer, y esa es una elección que cada uno efectúa libre y voluntariamente.

Cada Autoridad General no solamente ha encarado pruebas en el pasado, sino que enfrentará otras en el futuro. Nosotros y nuestras compañeras eternas, debemos conversar sobre este asunto a fin de prepararnos para asignaciones que un día recibiremos. Si se nos pide que dejemos atrás la comodidad y la conveniencia que en la actualidad nos rodea para servir en otro lugar, ¿recibiremos ese llamamiento con la pregunta: "Por qué"? ¿o preguntaremos: "Cuándo"? Cuando se acerque el fin, se enviaren dos profetas de los últimos días a Jerusalén donde entregarán la vida en sus calles, santificados no sólo por su servicio sino por el ministerio de nuestro Salvador. (Véase Apocalipsis 11:1-14; Zac. 4:11-14; D. y C. 77:15.) Nuestra decisión de servir de ese modo será una decisión basada en verdades eternas. Pues nosotros no obedecemos ciegamente, sino que lo hacemos porque podemos ver. Con fidelidad seguimos el plan eterno de Dios y honramos nuestra sagrada función dentro de él.

Tal vez haya quienes consideren que va en contra de nuestra libertad individual de pensamiento y expresión el ser. controlados por las interpretaciones de nuestros líderes. Deseo asegurarles que dejarán de sentirse restringidos una vez que comprendan la maravilla y el verdadero espíritu de esta obra. Nuestra unanimidad de pensamiento y acción no surge, como algunos suponen, de la compulsión, sino que resulta del acuerdo universal con los principios de justicia y en respuesta a la inspiración del Espíritu de nuestro Padre. Todo esto está impulsado por un solo temor, el temor de ofender a Dios, el autor de esta obra. (En Conference Report, oct. de 1938, pág. 116.)

LA VERDAD REVELADA

La palabra que debe oírse de la autoridad divina es que José Smith vio y escuchó a Dios el Padre y a su Hijo, Jesucristo, que recibió revelaciones para la Iglesia, y que tradujo el Libro de Mormón de las planchas grabadas que le entregó un ser celestial. Todas las doctrinas que han emanado de estas manifestaciones divinas componen la doctrina general de la Iglesia. Uno no puede aceptar algunas y rechazar otras.

El destino de Sión depende por lo tanto de la verdadera educación, no de la educación que deriva de la sabiduría del mundo, sino de la educación que tiene sus cimientos en las verdades irreversibles del conocimiento de Dios y los gloriosos principios revelados por El en estos últimos días. Nada en este mundo es de mayor importancia para nosotros que la obediencia al evangelio de Jesucristo. La inactividad puede incluir desobediencia, mas la obediencia debe ser precedida por la fe así como por conocimiento. "El que atesore mi palabra no será engañado" (JS-Mat. 1:37).

OBSERVACIONES EXTRAÍDAS DE ANTECEDENTES ÚNICOS.

El año entrante, al referirse ustedes a este tema, hermanos, hablarán basados en algunas de sus propias experiencias, En esta oportunidad quisiera yo hacer lo mismo, mediante una ilustración.

Quisiera referirme a algunos datos de la historia de la medicina para demostrar el alto precio que se ha tenido que pagar a causa de la ignorancia en cuanto a las Escrituras. Citaré primeramente algunos aspectos sobresalientes de esa historia y después mencionaré citas pertinentes de las Escrituras.

En casi todos los anales médicos, a no ser los más recientes, la opinión prevaleciente era que las infecciones se trasmitían de una persona a otra a través de la polución del aire.

Una de las primeras publicaciones data de 1690 cuando Robert Boyle de Londres escribió su "Discurso experimental sobre algunas causas de la insalubridad y salubridad del aire a las que nadie presta atención".

En 1772 John Evelyn publicó su obra titulada "El aire y el humo de Londres", destacando que "railes de niños se asfixiaban todos los años a causa del humo y los hedores, los cuales podrían eliminarse mediante la adopción de buenas medidas."

En 1778 Tienen informe que en un hospital de parto habia de tres a cuatro pacientes en cada cama. En una misma cama había tres y hasta cuatro pacientes con diferentes tipos de casos quirúrgicos y mujeres en estado postparto.

Aun en uno de los hospitales más importantes de los Estados Unidos en una época relativamente reciente como lo es el año 1932, ponían a más de un paciente por cama. Sin embargo, aun en la opinión de una autoridad en la materia como Lord Lister (1867), todavía se achacaba la transmisión de infecciones a la polución del aire.

En 1869 Simpson de Edinburgo y en 1875 Stimson de Nueva York en forma independiente y enfática sugirieron que los hospitales se derrumbaran y se volvieran a edificar cada año o dos.

Por otro lado, mientras Brigham Young y los pioneros entraban al Valle del Lago Salado en 1947, el doctor austríaco Semmelweiss presentó su revolucionaria idea de que la fiebre contraída por las madres en el momento de dar a luz podría prevenirse mediante la limpieza de las manos y de las sábanas. Su informe fue recibido con enconados debates y descreimiento.

Gracias a la obra de Pasteur, Koch, y otros, en el último siglo este concepto se vio modificado. Ellos demostraron que las enfermedades pueden ser transmitidas directamente de una persona infectada a otra. También probaron que eran los "microbios" y no el aire, los causantes de la propagación de las infecciones.

Teniendo presente este breve panorama de la lucha científica del hombre, quisiera que prestaran atención a las palabras del Señor vertidas a toda la humanidad—aun siglos antes de la época del ministerio de Cristo. Al leerles este pasaje, imagínense a una persona con una herida infectada que supura. Quisiera citar del capítulo 15 de Levítico:

"Habló Jehová a Moisés y a Aarón diciendo:
"Hablad a los hijos de Israel y decidles: Cualquier varón, cuando tuviere flujo de semen, (se refiere específicamente a infecciones que supuran) será inmundo.
"Y esta será su inmundicia en su flujo: sea que su cuerpo destiló a causa de su flujo, o que deje de destilar a causa de su flujo, él será inmundo.
"Toda cama en que se acostare el que tuviere flujo, será inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda será.
"Y cualquiera que tocare su cama lavará sus vestidos; se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche.
"Y el que se sentare en aquello en que se hubiere sentado el que tiene flujo, lavará sus vestidos, se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche.
"Asimismo el que tocare el cuerpo del que tiene flujo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche." (Vers. 1-7.)
"Cuando se hubiera limpiado dé su flujo el que tiene flujo, contará siete días desde su purificación, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en aguas corrientes, y será limpio."

Vemos en estos pasajes de las Escrituras que el Señor claramente reveló en detalle ios procedimientos y la importancia de la higiene en lo que tiene que ver con pacientes con infección.

En 1970 el servicio de salud pública de los Estados Unidos publicó un documento titulado "Técnicas de aislamiento para utilizar en hospitales". Se trata del procedimiento de rutina actual en los hospitales. Los principios enumerados en este documento son los mismos que aquellos citados del libro de Levítico. Lo que es más, en una de sus páginas dice lo siguiente: "El lavado de manos antes y después de estar en contacto con cada paciente es el método más importante para prevenir la transmisión de infecciones" esencialmente el mismo mensaje que fue registrado en Levítico hace más de 3.000 años.

LAS BENDICIONES Y EL SUFRIMIENTO.

¿Cuántas han sido las madres que han perecido innecesariamente? ¿Cuántos los niños que han sufrido a causa de que el hombre en sus estudios no haya incluido el conocimiento de la palabra de Dios o la obediencia a ella?

Ya sea que uno examine los anales de la medicina o cualquier otro registro de la vida del hombre sobre esta tierra, el mensaje es siempre el mismo; Es necesario conocer y obedecer los mandamientos para ganar las bendiciones de Dios, de lo contrario, el sufrimiento es inevitable.

Cuán glorioso será el día en que el mensaje inspirador de nuestros misioneros pueda llevarse a las naciones menos privilegiadas de la tierra a fin de que la palabra de Dios pueda escucharse y obedecerse. Entonces, estos pueblos serán bendecidos con la prosperidad que deriva de la obediencia.

ENFASIS EN LA FE.

En nuestros esfuerzos por proclamar la virtud de la obediencia, es posible que cometamos el error de enseñar con un énfasis indebido. Por ejemplo, en febrero de 1983 celebramos el 150 aniversario de la revelación que conocemos como la Palabra de Sabiduría. El Church News (órgano oficial de prensa de la Iglesia) libró una edición especial conmemorativa de este acontecimiento. En ella se citan muchos hechos y cifras importantes que sirven para ilustrar los grandes beneficios físicos que emanan de la obediencia a estos mandamientos. Todo esto es verdad. Sabemos que fumar cigarrillos es la causa más común de las enfermedades cardíacas, del cáncer, de desórdenes arteriales y enfermedades de los pulmones. Sin embargo, ¿obedecemos en la actualidad la Palabra de Sabiduría debido a que la ciencia médica confirma los beneficios físicos que resultan?

Para poner este concepto a prueba, ¿cuál seria la respuesta si, como padres, se les dijera que un hijo de ustedes debe obedecer la Palabra de Sabiduría aun cuando la ciencia médica tuviera pruebas que sirvieran para demostrar que dicha obediencia resultara dañina para la salud de su hijo? ¿Qué harían? ¿Se ajustarían al consejo de la ciencia médica, o escucharían y se ceñirían a la palabra de Dios?

¿Qué hizo Abraham? No hay nada que indique que lo que Dios demandó de él fuera de beneficio para la salud de Isaac. Todo lo contrario. Mas canto Abraham como Isaac sabían exactamente dónde estaban los beneficios.

Veamos otro ejemplo. Cuando Josué guiaba a los israelitas hacia la tierra prometida, se les instruyó atravezar el río Jordán mobilizando 600.000 guerreros israelitas y sus familias a través del río tan crecido que sus riveras estaban completamente desbordadas. A la cabeza de la caravana iban los sacerdotes que llevaban el arca de Jehová, sólo después que sus pies tocaron las aguas éstas se dividieron para permitir que los fieles israelitas cruzaran sobre tierra seca (véase Josué 3). No había nada que indicara que su obediencia fuera a resultar beneficiosa para su salud. Obedecieron debido a la fe que tenían en la palabra de Dios y así llegaron a ser su pueblo.

Si fuéramos a basarnos estrictamente en el aspecto físico y no en el espiritual de la obediencia a la Palabra de Sabiduría, entonces nuestros hijos e hijas fácilmente podrían argumentar que "un cigarrillo no le hace mal a nadie" o "un trago de vez en cuando no perjudica la salud".

¡Se trata de un enfoque completamente equivocado! ¡El asunto está en la fe! O uno tiene la fe para escuchar y obedecer la palabra de Dios y aceptarla como tal, o no la tiene. "Sin la fe es imposible agradar a Dios" (Heb. 11:6). Escuchen estas palabras pronunciadas por Mormón:

Y ¡hay de aquel que no escuche las palabras de Jesús, ni a aquellos que El haya escogido y enviado entre ellos! Porque quienes no reciben las palabras de Jesus ni las palabras de aquellos que El ha enviado, no lo reciben a El; y por consiguiente, él no recibirá a los tales en el postrer día; "y mejor sería para ellos no haber nacido." (3 Nef. 28:34-35.)

Muchas personas tienen dificultad para aceptar la palabra de Dios porque viene a través de los labios de sus contemporáneos—obispos y líderes locales que no parecen ser otra cosa que hombres comunes y corrientes. Aun los profetas de Dios son hombres comunes y corrientes, sólo que tienen llamamientos extraordinarios de comunicar la doctrina divina. Debemos tener la fe necesaria para saber que "recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca" (D. y C. 29:5). "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amos 3:7.)

Resulta particularmente difícil obedecer cuando la palabra del Señor viene a través de alguien tan cercano a nosotros como lo es el propio padre. Esta es la razón por la que me siento inspirado por la fe de Nefi. Su familia había viajado por las calientes arenas del desierto de Palestina desde Jerusalén hasta la costa oriental del Mar Rojo, una distancia que bien pudo haber sido próxima a los 450 kilómetros. Entonces Lehi le indicó a Nefi y a sus hermanos que debían regresar a Jerusalén para obtener las planchas de bronce que estaban en posesión de Labán. No debe resultar extraño que sus hermanos hayan murmurado cuando se les mandó que realizaran ese viaje tan arduo en circunstancias tan desfavorables como eran el calor y la humedad.

Fue precisamente dentro de esos confines que estas palabras del fiel Nefi fueron pronunciadas;

"Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que El nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que puedan cumplir lo que les ha mandado." (1 Nefi 3:7).

Después de cumplir con éxito esta misión, regresaron a sus madres en el desierto y he aquí que nuevamente Lehi les hizo saber la voluntad del Señor a sus hijos de que regresaran otra vez a Jerusalén. Hasta su propia madre, Saríah, comenzó a quejarse en esa ocasión.

Mas la necesidad de obedecer la palabra de Dios que viene a través de un profeta contemporáneo no es cosa nueva. El Señor le mandó a Saúl, a través del profeta Samuel, que destruyera los amalecitas y todo lo que ellos tenían.

Pero Saúl decidió buscar razones para no obedecer lo que el Señor le había mandado. Le perdonó la vida a Agag y conservó sus mejores rebaños y lo mejor de todo lo que tenía. Destruyó únicamente lo que era vil y repugnante. Entonces Saúl trató de engañar a Samuel diciéndole que había cumplido con lo que Jehova le había mandado.
Samuel le dijo: "¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?"

Saúl entonces indicó, que había preservado a estos animales escogidos a fin de que pudieran servir de sacrificio para el Señor.

Entonces Samuel emitió esa verdad eterna que dice:
"Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación." (Véase 1 Samuel 15:1-23.)

La gente en la época de Samuel, al igual que en nuestra época, deseaba ser como eran todos. Cuando Samuel era el profeta le rogaron que les diera un rey. Aun cuando Samuel, obediente al consejo del Señor, les advirtió lo que podría suceder si tenían un rey, el pueblo rechazó su consejo e insistió que quería uno.

"Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado." (1 Samuel 8:7).

Cuando buscamos excusas para no obedecer la palabra de los profetas, la rechazamos o nos revelamos contra ella, también lo hacemos contra Dios.

"Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa." (D. y C. 130:2O-21.)

ES POSIBLE QUE LAS BENDICIONES SEAN REMOTAS.

Por lo tanto, es literalmente posible disciplinar la vida de uno a fin de recibir todas las bendiciones que uno esté dispuesto a ganar. No obstante, es posible que esas bendiciones no se reciban en forma inmediata, y tal vez sean para el beneficio de otras personas, aun de generaciones futuras.

El sufrimiento y el sacrificio de los pioneros que edificaron templos con una herramienta en una mano y una escopeta en la otra hicieron posibles las bendiciones de la investidura para una cantidad innumerable de personas que habían muerto antes, y otras que todavía no habían nacido.

La obediencia y el sacrificio del profeta José Smith requirieron que durante su ministerio tuviera que ir a cárceles indignas y en las cuales no merecía estar.
En una de tales ocasiones, apenas cinco días antes de su martirio, el Señor aconsejó al Profeta:

"Si te es requerido pasar tribulaciones; si te encuentras en peligro entre hermanos falsos; si estás en peligro entre ladrones; si peligras en tierra o mar;
"Si se te acusa con todo género de acusaciones falsas; si te acometen tus enemigos; si te apartan del lado de tu padre y madre, hermanos y hermanas; ai con la espada desenvainada tus enemigos ce arrebatan del seno de tu esposa y de tu familia, y tu hijo mayor, que sólo tiene seis años de edad, se prende de tu ropa, diciendo: Padre mío, padre mío, ¿por qué no puedes quedarte con nosotros?...
"...y sobre todo, si las puertas mismas del infierno se abren de par en par para tragarte, entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien." (D. y C. 122:5— 7.)

Entonces el Señor le recordó a José;
"El Hijo del Hombre se ha sometido a todas ellas... no temas, pues, lo que pueda hacer el hombre, porque Dios estará contigo para siempre jamás" (D. y C. 122:8—9). Esta perspectiva fue de inmenso valor para el Profeta.

EXPIACIÓN.

"Creemos que por la expiación de Cristo todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio." (Tercer Artículo de Fe.)

Su acto expiatorio va más allá de las barreras del tiempo, afectando positivamente a innumerables cantidades de almas por toda la eternidad. Así es puesto que lo hizo por su propia voluntad y para obedecer la ley divina.

Ni siquiera para el Hijo de Dios podia romperse la ley divina. Esta fue Su súplica en el momento de la Expiación;

"Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú." (Marcos 14:36.)
"Jesus clamo a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es; Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Marcos 15:34.)
Debido al amor que sentía por su Hijo, Dios permitió que todo el peso de la Expiación cayera sobre el Salvador, a fin de que la victoria sobre la muerte pudiera ser únicamente de Cristo.

Eliza R. Snow captó el significado de esta expiación en las siguientes estrofas que a menudo entonamos:
De corte celestial cuán gran amor mandó venir,
a Cristo, nuestro Salvador, al mundo a morir.
Su sangre libre derramó, su vida libre dio;
su sacrificio de amor, al mundo rescató.
(Himnos de Sión, 168. )

El ejemplo de obediencia y sacrificio puesto de manifiesto por Cristo pasa a ser intrínsícamente nuestro. Me uno a cada uno de ustedes en una oración de agradecimiento por la palabra de Dios, y ruego que podamos siempre determinar escucharla y obedecerla. Tenemos el gran privilegio de ofrecer sacrificio "haciendo sagrados" los pensamientos y las acciones de nuestras vidas a fin de que puedan ser más semejantes a los de El. Si así lo hacemos, siempre recibiremos las bendiciones del cielo.

De su santo nombre y misión solemnemente les dejo mi testimonio especial. De su condición divina de Hijo de Dios proclamo mi testimonio, en el nombre de Jesucristo. Amén.



1 comentario :

  1. Aaah... pero que maravilloso mensaje.. me ha tenido subiendo y bajando el corazón durante toda la lectura... Gracias a Dios por hablarme a través de sus siervos, los profetas y apóstoles...Gracias a ustedes por publicar estos mensajes.-

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