Por presidente Ezra Taft Benson
Mis queridos hermanos, presumo que al llegar al final de una conferencia de tres días y en la séptima sesión, los que están presentes representan a los sobrevivientes más aptos.
Con todo mi corazón amo y sostengo al presidente Joseph Fielding Smith como profeta, vidente y revelador y Presidente de la Iglesia, así como a los dos nobles hombres que están a su lado en la Primera Presidencia. Yo sé que ellos son dignos hombres ante Dios, y que llevarán a la Iglesia siempre hacia adelante por medio de la inspiración celestial.
Hablaré sobre el tema: "Un mensaje al mundo."
Desde que el evangelio ha estado sobre la tierra, la predicación del evangelio ha sido la mayor actividad de la Iglesia verdadera de Cristo.
Los profetas de Dios y otros numerosos embajadores de la verdad han predicado la palabra "a tiempo y fuera de tiempo" (2 Timoteo 4:2).
El Señor resucitado, en sus instrucciones a los apóstoles antes de su ascensión, recalcó la gran importancia de la obra misional. Mateo, en los dos últimos versículos de su evangelio, resume estas importantes instrucciones en estas palabras: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén" (Mateo 28:19-20, Itálicas agregadas).
Marcos, en su registro, establece: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado' (Marcos 16:15-16, Itálicas agregadas).
Y así ha sido en cada dispensación del evangelio. Predicar los principios de salvación del evangelio ha sido una gran responsabilidad de primera importancia.
Y esto es verdad en esta dispensación del evangelio. Siguiendo a la gloriosa aparición a José Smith de Dios el Padre y su Hijo Jesucristo, parece que la primera responsabilidad puesta sobre la Iglesia Restaurada es llevar el evangelio al mundo, a todos los hijos de nuestro Padre Celestial.
Este ha sido verdaderamente un gran drama de trascendental importancia; un drama de sacrificio, gozo, penalidades, trabajo, valor y, sobre todo, amor por el prójimo. En ninguna parte sobre la faz de la tierra se encuentra un drama humano que lo iguale.
Sí, ha costado sangre, sudor y lágrimas llevar adelante esta obra de amor. Y, ¿por qué lo hemos hecho? Porque el Dios del cielo nos lo ha mandado; porque él ama a sus hijos y es su voluntad que los prolíficos millones de habitantes de la tierra, tengan oportunidad de oír, y por propia voluntad acepten y vivan libremente los gloriosos principios de salvación y exaltación del evangelio de Jesucristo.
Al profeta José Smith él, aun Jesucristo, cuyo nombre lleva la Iglesia, proclamó: "Y este evangelio será predicado a toda nación, tribu, lengua y pueblo" (D. y C. 133:37). "Por tanto, la voz del Señor llega hasta los extremos de la tierra, para que oigan todos los que quieran oír" (D. y C. 1:11).
"Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días" (D. y C. 1:4).
"Para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes" (D. y C. 1:23).
Estos son mandamientos directos del Señor Jesucristo, cuya segunda venida está próxima. En respuesta a estos mandatos y con un conocimiento de las bendiciones del evangelio, nosotros, como miembros de su Iglesia continuaremos respondiendo.
Esta es la razón por la que cientos de miles de misioneros han ido a todas las naciones del mundo, gastando millones de dólares de sus modestos medios. Es por esto que la Primera Presidencia de la Iglesia, aun durante la última Guerra Mundial declaró: "Ningún acto nuestro, o de la Iglesia, debe interferir con este mandato dado por Dios."
Este es verdaderamente un mandato para su Iglesia y debe llevarse a cabo. Ningún poder sobre la tierra o el infierno podrá detener esta obra o torcer los propósitos del Señor de que este mensaje del evangelio, tan satisfactorio para el alma, llegue a sus hijos, podrá haber guerras, conmociones, desastres en muchas formas para traerlo, pero el propósito de Dios será alcanzado. Sus hijos escucharán el evangelio de salvación en su propio y debido tiempo.
Seguramente el tiempo vendrá en que los países comunistas occidentales, admitan a nuestros misioneros y los países comunistas orientales hagan lo mismo. Lo que el Señor ha decretado será cumplido. Les recordamos a todos los santos y a los hombres de buen corazón en todos los rincones de la tierra que Dios está al timón; él no está muerto y ha dicho: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmos 46:10).
Para nosotros en estos días, El ha declarado: "Por lo tanto, alzad vuestros corazones y regocijaos, y ceñid vuestros lomos, y tomad sobre vosotros toda mi armadura, para que podáis resistir el día malo, habiéndolo hecho todo para que podáis permanecer" (D. y C. 27:15).
A todas aquellas personas a través del mundo que están aceptando el evangelio, a los fieles misioneros de todas partes y a has devotas familias que los sostienen: id hacia adelante con fe y valor. Estáis comprometido en la obra más grande de todo el mundo: la salvación de las almas de los hijos de los hombres. ¡En esta gran obra no podemos fallar!
Los hijos de nuestro Padre necesitan el evangelio. Ellos lo anhelan, desean la seguridad y la paz interior que sólo puede traer el evangelio. Los hijos de nuestro Padre son esencialmente buenos; yo he visitado unas sesenta naciones, dentro y fuera de la Europa Comunista y aunque algunos están esclavizados por gobiernos despóticos y ateos, desean vivir en paz, ser buenos vecinos. Ellos aman sus hogares y a sus familias; tratan de mejorar su nivel de vida; y el deseo de su corazón es hacer lo justo. Yo sé que el Señor los ama y, como su humilde servidor, siento amor en mi corazón por los prolíficos millones de habitantes de este mundo. He apreciado este sentimiento hace poco con mayor fuerza, al mezclarme con la gente humilde y de dulce espíritu de Asia, durante los dos años anteriores. He visto muy de cerca, la manera en que el Señor ha tornado en bendiciones los desastres, la guerra, la ocupación del país y la revolución. Las profecías del Señor se están cumpliendo. El evangelio está llegando a pueblos que hace pocos años se consideraban inalcanzables. A pesar de las poderosas tradiciones, dogmas religiosos y antiguas políticas nacionales, se han apreciado múltiples cambios sobre naciones enteras. Están sucediendo milagros ante nuestros propios ojos. El Señor está obrando grandes maravillas y sus hijos se regocijan cuando las bendiciones del evangelio tocan sus vidas. Esto es maravilloso a la vista. Permítanme ilustrarlo:
En la revelación profética (D. y C. 1) a la que se refiere el Señor como: "mi prefacio para el libro de mis mandamientos que les he dado para publicaros, oh habitantes de la tierra" (versículo 6). El Señor llamó con estas palabras: "Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, dice la voz de aquel que mora en las alturas, cuyos ojos ven a todos los hombres; sí, de cierto os digo: Escuchad, vosotros, pueblos lejanos; y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente"(versículo 1). Estas significativas palabras parecen dedicadas especialmente a Asia: "Escuchad vosotros, pueblos lejanos, y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente" (versículo 1).
Muchas veces se ha hecho referencia a estas palabras proféticas en los últimos dos años mientras hice cinco visitas a esas tierras asiáticas como líder de la Iglesia. Yo pienso en esas palabras: "vosotros, pueblos lejanos", mientras visitamos Tailandia, Malasia, Vietnam, Singapur, Indonesia, India y otros, fuimos informados por nuestro agente de viajes que podríamos viajar de regreso a Salt Lake City, ya fuera viajando hacia el este o el oeste — la distancia es más o menos la misma. Yo pensaba en esto cuando presentaba al rey de Tailandia una copia del testimonio de José Smith —salido de la prensa el día anterior— la primera publicación de la Iglesia en lengua Tai.
. . .y ustedes que están sobre las islas del mar, escuchad juntamente". Como estas palabras, y otras similares del Libro de Mormón (2 Nefi 29:7,11), han venido a mi mente durante los dos años anteriores, en la nación isleña de Japón, en una conferencia de la juventud, ante 800 jóvenes, mientras escuchábamos 125 testimonios personales en un culto de testimonios de cuatro horas, que se dio por terminado para dar lugar a otra reunión pública programada, dejando a 85 jóvenes con el deseo de dar su testimonio.
Recordamos las palabras "islas del mar" cuando dedicamos la tierra de Singapur el pasado abril, donde ya tenemos dos congregaciones y un nuevo edificio de la Iglesia en construcción.
Una vez más recordamos las palabras del Señor "islas del mar" cuando visitamos Taiwán y concurrimos a una conferencia de distrito con más de dos mil asistentes en Manila, Filipinas; en total hay unos cuarenta millones de personas en siete mil islas.
Otra vez las palabras "islas del mar" volvieron a nuestra mente cuando nos daban la bienvenida líderes amistosos, para dedicar la tierra de catorce mil islas en Indonesia.
Una visita con el líder de Taiwán, en la isla del mismo nombre y la creciente cantidad de miembros de la Iglesia en Hong Kong, Corea y por donde quiera, muestran que ese pueblo humilde, amistoso y valiente, está atendiendo el llamado del Señor y está "escuchando juntamente".
Nunca ha habido un tiempo antes de ahora en que la Iglesia haya tenido la fuerza y los medios de llegar a las naciones asiáticas. En el itinerario del Señor, la puerta está ahora abierta y éste es aparentemente el día señalado para trabajar en Asia. Cada visita es más alentadora e inspirativa que la anterior. La obra está expandiéndose y una expansión aún mayor está en lontananza.
En cada uno de los países, el tremendo crecimiento es una inspiración.
Aquí es donde está la gente —por cientos de millones— un tercio de la población del mundo. Por supuesto, desde el punto de vista de la población, nosotros apenas estamos comenzando.
Mi esposa y yo acabamos de regresar de tres inspirativas, pero muy ocupadas semanas en las misiones asiáticas. Las cinco misiones aumentaron a seis hace cuatro meses, y ahora ya hay ocho, esperándose cuando menos una más en un año. Esto indica el crecimiento que están adquiriendo estas áreas.
Mientras estuve en Japón, me reuní con tres Autoridades Generales y otros tres líderes, quienes constituían la representación oficial de la Iglesia designada por la Primera Presidencia, invitados a la inauguración el 14 de marzo en la feria mundial conocida como Expo `70, la primera Feria Mundial en Asia, y se dice que es la más grande de todos los tiempos.
El día anterior, 13 de marzo, nosotros siete, los miembros de nuestras familias, distinguidos oficiales de la feria, alcaldes de las ciudades, representantes de la prensa y tantos miembros y amigos de la Iglesia como el espacio lo permitió, unos 600en total, asistimos a la dedicación del Pabellón Mormón. Por su localización, su arquitectura, con una figura del ángel Moroni en el tope de una alta espiral y nuestro retador tema "El hombre en busca de la felicidad", será sin duda una atracción popular de la feria. Aproximadamente 20,000 personas visitaron nuestro pabellón el primer día y más de 43,000 el primer sábado. Ahora nuestra gran preocupación es estar capacitados para atender el gran número, estimado entre cinco y ocho millones, que esperamos entrarán a nuestro edificio. La película "El hombre es busca de la felicidad", filmada con personajes japoneses, se está exhibiendo en salas culturales en un esfuerzo por satisfacer parcialmente a aquellos que no pudieron obtener admisión. Esperamos ' confiadamente las referencias y los requerimientos de misioneros por cientos de miles. Mientras gozábamos con los inspiradores servicios dedicatorios, recordé los varios contactos con los oficiales de la Feria en comidas y cenas, etc., y su graciosa cooperación. La conferencia de prensa de Osaka, Japón, la noche anterior al servicio de abrir la tierra, cuando 29 representantes de la prensa y otros nos tuvieron durante una hora y media haciendo inteligentes preguntas acerca de la Iglesia, de nuestra gente y especialmente de nuestro pabellón. Más tarde, esa noche, muchos miembros de la prensa nos encontraron cuando dedicábamos la nueva capilla de Okainachi. Otra vez estuvieron con nosotros en el servicio oficial de abrir la tierra. Ahí, seis altos oficiales del gobierno, y de la Expo `70 dijeron sendos discursos y rindieron tributo a la Iglesia. Hablaron de la eterna búsqueda de la felicidad por el hombre y recalcaron que estaban muy satisfechos de que "los mormones vengan a la Expo '70 a decirnos cómo encontrar la felicidad". Y mencionando también que los misioneros comentaron: "Nosotros, en verdad les mostraremos cómo encontrar la felicidad."
Con medio millón de copias del libro de Mormón, prometidos y listos, millones de folletos y panfletos a la mano, y veintenas de guías dedicadas y cientos de misioneros dispuestos a seguir las referencias, verdaderamente "los pueblos de la isla del mar", "escucharán juntamente" y serán bienvenidos en la Iglesia.
En Japón, la Iglesia está bien establecida en dos misiones y varios distritos. Hace pocos días se organizaron dos misiones más. Cuatro misiones en las islas de Japón y Okinawa, permitirán un trabajo más intenso en respuesta al creciente interés. Hay cerca de catorce millones de personas en la vecindad inmediata de Tokio y Yokohama, donde tenemos buenos directores y una organización estable. Se organizó una nueva estaca en Tokio el domingo 15 de marzo. Los líderes de esa estaca están aquí en la conferencia, como ellos dicen figurativamente, caminando en el aire; así de felices se sienten. Una segunda estaca asiática ha sido autorizada en Manila, en las Filipinas, donde hemos bautizado mil cuatrocientos conversos en 1969. Se organizarán otras estacas en los países asiáticos para llevar a cabo completamente el rico programa de la Iglesia. Anticipando la creación de una misión separada en la China Libre, ha sido aprobada la construcción de una nueva casa de misión en Taipei.
Japón tiene ahora más de doce mil conversos, hay cuatro mil en Corea, casi seis mil en las Filipinas, cuatro mil en Hong Kong y unos más que estos en Taiwán. Se ha comenzado la obra en Tailandia, Singapur e Indonesia. Tenemos fuertes congregaciones en Okinawa y un núcleo de vietnamitas ha ingresado a la Iglesia. Nuestros miembros en el servicio militar en Corea, tendieron los cimientos para la Iglesia ahí; y cuando la paz venga a Vietnam, encontraremos la vía preparada para la difusión de la verdad entre estos pueblos.
Dios bendiga a los mormones que están en el servicio militar, pues a través de estas naciones están poniendo los cimientos para un proselitismo efectivo cuando ayudan a construir capillas y hacen amigos y conversos para la Iglesia. En una gira reciente se visitaron seis instalaciones en Tailandia. Ahora tenemos tres distritos bien operados por miembros en el servicio militar en Vietnam. Se registraron aproximadamente unos mil para las conferencias de miembros en servicio en Asia, que tendrán lugar en el Monte Fuji, Japón, en abril del 9 al 12, el próximo fin de semana. Las misiones en Asia están obteniendo conversos de alta calidad, devotos y, en algunos casos, prominentes. Una pequeña rama de 50 miembros en Corea, cuenta con cinco catedráticos. La tierra de Indonesia, con 130 millones de habitantes, fue dedicada el 26 de octubre de 1969 para la predicación del evangelio. La obra comenzó con unos cuantos misioneros en Djakarta y hubo necesidad de enviar más misioneros. Se estableció una nueva misión con sede en Singapur.
Estamos construyendo congregaciones substanciales y los cimientos se han puesto para una tremenda expansión de la obra en el área asiática. Los bautismos en 1969 fueron más de 100% que el año pasado y la tendencia continúa ascendiendo.
Una de nuestras grandes necesidades, además de más misioneros, son edificios. En toda la misión Filipina tenemos sólo un edificio. Pero los sitios para edificar han sido adquiridos y los planes para construir más capillas en varias partes de estas áreas, van en progreso, . La Primera Presidencia ha planeado un gran edificio de seis pisos para Tokio. Este edificio puede albergar instalaciones para estaca y barrio, centro de distribución, oficinas de la misión, oficinas de construcción y otras.
En nuestra vida debemos ver estacas y capillas, conversos en gran número, directores locales con poder y habilidad y quizá un templo erigido entre esta buena gente de Asia. Esta es su esperanza y su oración.
La perspectiva es aún más alentadora; el Señor está bendiciendo a los nuevos conversos, a los misioneros, a los presidentes de misión. Hay un espíritu de optimismo por doquier en este humilde pueblo, cuando los hombres prominentes tienden su mano de amistad y cooperación.
Que Dios bendiga abundantemente a este prolífico pueblo de millones en los países asiáticos; esta selección de "pueblos lejanos", que están "sobre las islas del mar" cuando ellos escuchen "juntamente" el mensaje de salvación de los humildes siervos de Dios; ya sean miembros locales o misioneros.
Nuestro mensaje es un mensaje al mundo. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, es una organización mundial.
Porque el Señor ha declarado a través del profeta José Smith: "Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días. E irán y nadie los impedirá, porque yo, el Señor, se lo he mandado" (D. y C. 1:4-5).
De esto doy humilde testimonio, con profunda gratitud por las bendiciones del Señor en nuestra obra en Asia y a través de todo el mundo. En el nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Mis queridos hermanos, presumo que al llegar al final de una conferencia de tres días y en la séptima sesión, los que están presentes representan a los sobrevivientes más aptos.
Con todo mi corazón amo y sostengo al presidente Joseph Fielding Smith como profeta, vidente y revelador y Presidente de la Iglesia, así como a los dos nobles hombres que están a su lado en la Primera Presidencia. Yo sé que ellos son dignos hombres ante Dios, y que llevarán a la Iglesia siempre hacia adelante por medio de la inspiración celestial.
Hablaré sobre el tema: "Un mensaje al mundo."
Desde que el evangelio ha estado sobre la tierra, la predicación del evangelio ha sido la mayor actividad de la Iglesia verdadera de Cristo.
Los profetas de Dios y otros numerosos embajadores de la verdad han predicado la palabra "a tiempo y fuera de tiempo" (2 Timoteo 4:2).
El Señor resucitado, en sus instrucciones a los apóstoles antes de su ascensión, recalcó la gran importancia de la obra misional. Mateo, en los dos últimos versículos de su evangelio, resume estas importantes instrucciones en estas palabras: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén" (Mateo 28:19-20, Itálicas agregadas).
Marcos, en su registro, establece: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado' (Marcos 16:15-16, Itálicas agregadas).
Y así ha sido en cada dispensación del evangelio. Predicar los principios de salvación del evangelio ha sido una gran responsabilidad de primera importancia.
Y esto es verdad en esta dispensación del evangelio. Siguiendo a la gloriosa aparición a José Smith de Dios el Padre y su Hijo Jesucristo, parece que la primera responsabilidad puesta sobre la Iglesia Restaurada es llevar el evangelio al mundo, a todos los hijos de nuestro Padre Celestial.
Este ha sido verdaderamente un gran drama de trascendental importancia; un drama de sacrificio, gozo, penalidades, trabajo, valor y, sobre todo, amor por el prójimo. En ninguna parte sobre la faz de la tierra se encuentra un drama humano que lo iguale.
Sí, ha costado sangre, sudor y lágrimas llevar adelante esta obra de amor. Y, ¿por qué lo hemos hecho? Porque el Dios del cielo nos lo ha mandado; porque él ama a sus hijos y es su voluntad que los prolíficos millones de habitantes de la tierra, tengan oportunidad de oír, y por propia voluntad acepten y vivan libremente los gloriosos principios de salvación y exaltación del evangelio de Jesucristo.
Al profeta José Smith él, aun Jesucristo, cuyo nombre lleva la Iglesia, proclamó: "Y este evangelio será predicado a toda nación, tribu, lengua y pueblo" (D. y C. 133:37). "Por tanto, la voz del Señor llega hasta los extremos de la tierra, para que oigan todos los que quieran oír" (D. y C. 1:11).
"Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días" (D. y C. 1:4).
"Para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes" (D. y C. 1:23).
Estos son mandamientos directos del Señor Jesucristo, cuya segunda venida está próxima. En respuesta a estos mandatos y con un conocimiento de las bendiciones del evangelio, nosotros, como miembros de su Iglesia continuaremos respondiendo.
Esta es la razón por la que cientos de miles de misioneros han ido a todas las naciones del mundo, gastando millones de dólares de sus modestos medios. Es por esto que la Primera Presidencia de la Iglesia, aun durante la última Guerra Mundial declaró: "Ningún acto nuestro, o de la Iglesia, debe interferir con este mandato dado por Dios."
Este es verdaderamente un mandato para su Iglesia y debe llevarse a cabo. Ningún poder sobre la tierra o el infierno podrá detener esta obra o torcer los propósitos del Señor de que este mensaje del evangelio, tan satisfactorio para el alma, llegue a sus hijos, podrá haber guerras, conmociones, desastres en muchas formas para traerlo, pero el propósito de Dios será alcanzado. Sus hijos escucharán el evangelio de salvación en su propio y debido tiempo.
Seguramente el tiempo vendrá en que los países comunistas occidentales, admitan a nuestros misioneros y los países comunistas orientales hagan lo mismo. Lo que el Señor ha decretado será cumplido. Les recordamos a todos los santos y a los hombres de buen corazón en todos los rincones de la tierra que Dios está al timón; él no está muerto y ha dicho: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmos 46:10).
Para nosotros en estos días, El ha declarado: "Por lo tanto, alzad vuestros corazones y regocijaos, y ceñid vuestros lomos, y tomad sobre vosotros toda mi armadura, para que podáis resistir el día malo, habiéndolo hecho todo para que podáis permanecer" (D. y C. 27:15).
A todas aquellas personas a través del mundo que están aceptando el evangelio, a los fieles misioneros de todas partes y a has devotas familias que los sostienen: id hacia adelante con fe y valor. Estáis comprometido en la obra más grande de todo el mundo: la salvación de las almas de los hijos de los hombres. ¡En esta gran obra no podemos fallar!
Los hijos de nuestro Padre necesitan el evangelio. Ellos lo anhelan, desean la seguridad y la paz interior que sólo puede traer el evangelio. Los hijos de nuestro Padre son esencialmente buenos; yo he visitado unas sesenta naciones, dentro y fuera de la Europa Comunista y aunque algunos están esclavizados por gobiernos despóticos y ateos, desean vivir en paz, ser buenos vecinos. Ellos aman sus hogares y a sus familias; tratan de mejorar su nivel de vida; y el deseo de su corazón es hacer lo justo. Yo sé que el Señor los ama y, como su humilde servidor, siento amor en mi corazón por los prolíficos millones de habitantes de este mundo. He apreciado este sentimiento hace poco con mayor fuerza, al mezclarme con la gente humilde y de dulce espíritu de Asia, durante los dos años anteriores. He visto muy de cerca, la manera en que el Señor ha tornado en bendiciones los desastres, la guerra, la ocupación del país y la revolución. Las profecías del Señor se están cumpliendo. El evangelio está llegando a pueblos que hace pocos años se consideraban inalcanzables. A pesar de las poderosas tradiciones, dogmas religiosos y antiguas políticas nacionales, se han apreciado múltiples cambios sobre naciones enteras. Están sucediendo milagros ante nuestros propios ojos. El Señor está obrando grandes maravillas y sus hijos se regocijan cuando las bendiciones del evangelio tocan sus vidas. Esto es maravilloso a la vista. Permítanme ilustrarlo:
En la revelación profética (D. y C. 1) a la que se refiere el Señor como: "mi prefacio para el libro de mis mandamientos que les he dado para publicaros, oh habitantes de la tierra" (versículo 6). El Señor llamó con estas palabras: "Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, dice la voz de aquel que mora en las alturas, cuyos ojos ven a todos los hombres; sí, de cierto os digo: Escuchad, vosotros, pueblos lejanos; y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente"(versículo 1). Estas significativas palabras parecen dedicadas especialmente a Asia: "Escuchad vosotros, pueblos lejanos, y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente" (versículo 1).
Muchas veces se ha hecho referencia a estas palabras proféticas en los últimos dos años mientras hice cinco visitas a esas tierras asiáticas como líder de la Iglesia. Yo pienso en esas palabras: "vosotros, pueblos lejanos", mientras visitamos Tailandia, Malasia, Vietnam, Singapur, Indonesia, India y otros, fuimos informados por nuestro agente de viajes que podríamos viajar de regreso a Salt Lake City, ya fuera viajando hacia el este o el oeste — la distancia es más o menos la misma. Yo pensaba en esto cuando presentaba al rey de Tailandia una copia del testimonio de José Smith —salido de la prensa el día anterior— la primera publicación de la Iglesia en lengua Tai.
. . .y ustedes que están sobre las islas del mar, escuchad juntamente". Como estas palabras, y otras similares del Libro de Mormón (2 Nefi 29:7,11), han venido a mi mente durante los dos años anteriores, en la nación isleña de Japón, en una conferencia de la juventud, ante 800 jóvenes, mientras escuchábamos 125 testimonios personales en un culto de testimonios de cuatro horas, que se dio por terminado para dar lugar a otra reunión pública programada, dejando a 85 jóvenes con el deseo de dar su testimonio.
Recordamos las palabras "islas del mar" cuando dedicamos la tierra de Singapur el pasado abril, donde ya tenemos dos congregaciones y un nuevo edificio de la Iglesia en construcción.
Una vez más recordamos las palabras del Señor "islas del mar" cuando visitamos Taiwán y concurrimos a una conferencia de distrito con más de dos mil asistentes en Manila, Filipinas; en total hay unos cuarenta millones de personas en siete mil islas.
Otra vez las palabras "islas del mar" volvieron a nuestra mente cuando nos daban la bienvenida líderes amistosos, para dedicar la tierra de catorce mil islas en Indonesia.
Una visita con el líder de Taiwán, en la isla del mismo nombre y la creciente cantidad de miembros de la Iglesia en Hong Kong, Corea y por donde quiera, muestran que ese pueblo humilde, amistoso y valiente, está atendiendo el llamado del Señor y está "escuchando juntamente".
Nunca ha habido un tiempo antes de ahora en que la Iglesia haya tenido la fuerza y los medios de llegar a las naciones asiáticas. En el itinerario del Señor, la puerta está ahora abierta y éste es aparentemente el día señalado para trabajar en Asia. Cada visita es más alentadora e inspirativa que la anterior. La obra está expandiéndose y una expansión aún mayor está en lontananza.
En cada uno de los países, el tremendo crecimiento es una inspiración.
Aquí es donde está la gente —por cientos de millones— un tercio de la población del mundo. Por supuesto, desde el punto de vista de la población, nosotros apenas estamos comenzando.
Mi esposa y yo acabamos de regresar de tres inspirativas, pero muy ocupadas semanas en las misiones asiáticas. Las cinco misiones aumentaron a seis hace cuatro meses, y ahora ya hay ocho, esperándose cuando menos una más en un año. Esto indica el crecimiento que están adquiriendo estas áreas.
Mientras estuve en Japón, me reuní con tres Autoridades Generales y otros tres líderes, quienes constituían la representación oficial de la Iglesia designada por la Primera Presidencia, invitados a la inauguración el 14 de marzo en la feria mundial conocida como Expo `70, la primera Feria Mundial en Asia, y se dice que es la más grande de todos los tiempos.
El día anterior, 13 de marzo, nosotros siete, los miembros de nuestras familias, distinguidos oficiales de la feria, alcaldes de las ciudades, representantes de la prensa y tantos miembros y amigos de la Iglesia como el espacio lo permitió, unos 600en total, asistimos a la dedicación del Pabellón Mormón. Por su localización, su arquitectura, con una figura del ángel Moroni en el tope de una alta espiral y nuestro retador tema "El hombre en busca de la felicidad", será sin duda una atracción popular de la feria. Aproximadamente 20,000 personas visitaron nuestro pabellón el primer día y más de 43,000 el primer sábado. Ahora nuestra gran preocupación es estar capacitados para atender el gran número, estimado entre cinco y ocho millones, que esperamos entrarán a nuestro edificio. La película "El hombre es busca de la felicidad", filmada con personajes japoneses, se está exhibiendo en salas culturales en un esfuerzo por satisfacer parcialmente a aquellos que no pudieron obtener admisión. Esperamos ' confiadamente las referencias y los requerimientos de misioneros por cientos de miles. Mientras gozábamos con los inspiradores servicios dedicatorios, recordé los varios contactos con los oficiales de la Feria en comidas y cenas, etc., y su graciosa cooperación. La conferencia de prensa de Osaka, Japón, la noche anterior al servicio de abrir la tierra, cuando 29 representantes de la prensa y otros nos tuvieron durante una hora y media haciendo inteligentes preguntas acerca de la Iglesia, de nuestra gente y especialmente de nuestro pabellón. Más tarde, esa noche, muchos miembros de la prensa nos encontraron cuando dedicábamos la nueva capilla de Okainachi. Otra vez estuvieron con nosotros en el servicio oficial de abrir la tierra. Ahí, seis altos oficiales del gobierno, y de la Expo `70 dijeron sendos discursos y rindieron tributo a la Iglesia. Hablaron de la eterna búsqueda de la felicidad por el hombre y recalcaron que estaban muy satisfechos de que "los mormones vengan a la Expo '70 a decirnos cómo encontrar la felicidad". Y mencionando también que los misioneros comentaron: "Nosotros, en verdad les mostraremos cómo encontrar la felicidad."
Con medio millón de copias del libro de Mormón, prometidos y listos, millones de folletos y panfletos a la mano, y veintenas de guías dedicadas y cientos de misioneros dispuestos a seguir las referencias, verdaderamente "los pueblos de la isla del mar", "escucharán juntamente" y serán bienvenidos en la Iglesia.
En Japón, la Iglesia está bien establecida en dos misiones y varios distritos. Hace pocos días se organizaron dos misiones más. Cuatro misiones en las islas de Japón y Okinawa, permitirán un trabajo más intenso en respuesta al creciente interés. Hay cerca de catorce millones de personas en la vecindad inmediata de Tokio y Yokohama, donde tenemos buenos directores y una organización estable. Se organizó una nueva estaca en Tokio el domingo 15 de marzo. Los líderes de esa estaca están aquí en la conferencia, como ellos dicen figurativamente, caminando en el aire; así de felices se sienten. Una segunda estaca asiática ha sido autorizada en Manila, en las Filipinas, donde hemos bautizado mil cuatrocientos conversos en 1969. Se organizarán otras estacas en los países asiáticos para llevar a cabo completamente el rico programa de la Iglesia. Anticipando la creación de una misión separada en la China Libre, ha sido aprobada la construcción de una nueva casa de misión en Taipei.
Japón tiene ahora más de doce mil conversos, hay cuatro mil en Corea, casi seis mil en las Filipinas, cuatro mil en Hong Kong y unos más que estos en Taiwán. Se ha comenzado la obra en Tailandia, Singapur e Indonesia. Tenemos fuertes congregaciones en Okinawa y un núcleo de vietnamitas ha ingresado a la Iglesia. Nuestros miembros en el servicio militar en Corea, tendieron los cimientos para la Iglesia ahí; y cuando la paz venga a Vietnam, encontraremos la vía preparada para la difusión de la verdad entre estos pueblos.
Dios bendiga a los mormones que están en el servicio militar, pues a través de estas naciones están poniendo los cimientos para un proselitismo efectivo cuando ayudan a construir capillas y hacen amigos y conversos para la Iglesia. En una gira reciente se visitaron seis instalaciones en Tailandia. Ahora tenemos tres distritos bien operados por miembros en el servicio militar en Vietnam. Se registraron aproximadamente unos mil para las conferencias de miembros en servicio en Asia, que tendrán lugar en el Monte Fuji, Japón, en abril del 9 al 12, el próximo fin de semana. Las misiones en Asia están obteniendo conversos de alta calidad, devotos y, en algunos casos, prominentes. Una pequeña rama de 50 miembros en Corea, cuenta con cinco catedráticos. La tierra de Indonesia, con 130 millones de habitantes, fue dedicada el 26 de octubre de 1969 para la predicación del evangelio. La obra comenzó con unos cuantos misioneros en Djakarta y hubo necesidad de enviar más misioneros. Se estableció una nueva misión con sede en Singapur.
Estamos construyendo congregaciones substanciales y los cimientos se han puesto para una tremenda expansión de la obra en el área asiática. Los bautismos en 1969 fueron más de 100% que el año pasado y la tendencia continúa ascendiendo.
Una de nuestras grandes necesidades, además de más misioneros, son edificios. En toda la misión Filipina tenemos sólo un edificio. Pero los sitios para edificar han sido adquiridos y los planes para construir más capillas en varias partes de estas áreas, van en progreso, . La Primera Presidencia ha planeado un gran edificio de seis pisos para Tokio. Este edificio puede albergar instalaciones para estaca y barrio, centro de distribución, oficinas de la misión, oficinas de construcción y otras.
En nuestra vida debemos ver estacas y capillas, conversos en gran número, directores locales con poder y habilidad y quizá un templo erigido entre esta buena gente de Asia. Esta es su esperanza y su oración.
La perspectiva es aún más alentadora; el Señor está bendiciendo a los nuevos conversos, a los misioneros, a los presidentes de misión. Hay un espíritu de optimismo por doquier en este humilde pueblo, cuando los hombres prominentes tienden su mano de amistad y cooperación.
Que Dios bendiga abundantemente a este prolífico pueblo de millones en los países asiáticos; esta selección de "pueblos lejanos", que están "sobre las islas del mar" cuando ellos escuchen "juntamente" el mensaje de salvación de los humildes siervos de Dios; ya sean miembros locales o misioneros.
Nuestro mensaje es un mensaje al mundo. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, es una organización mundial.
Porque el Señor ha declarado a través del profeta José Smith: "Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días. E irán y nadie los impedirá, porque yo, el Señor, se lo he mandado" (D. y C. 1:4-5).
De esto doy humilde testimonio, con profunda gratitud por las bendiciones del Señor en nuestra obra en Asia y a través de todo el mundo. En el nombre del Señor Jesucristo. Amén.
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